René de la Torre
En la contemporaneidad encontrarnos con grupos urbanos con características que rompen las barreras del tiempo y el espacio se ha convertido en una normalidad que a lo sumo roba la mofa de aquellas personas conservadoras o de aquellas que no tienen la capacidad de tolerar las diferencias. Ver en la calle a emos, sk8, rastafari, rockeros, metaleros, skinhead, punk, por mencionar algunos grupos, es el reflejo de los resultados de la globalización, donde la masificación de la cultura y la diversidad de las identidades sociales entran en interacción y complejizan las realidades socioculturales.
La televisión, el internet, el cable, el teléfono, me atrevería a mencionar también el turismo, como medios globalizantes, han introducido elementos culturales que acortan las distancias y tiempos culturales y generan un tipo de bricolage pero que no obstante, las identidades locales siguen ejerciendo su autonomía, mezclada por supuesto nuevos elementos simbólicos los cuales organizan, resitúan y usan desde y para el contexto en el que se desenvuelven.
La religión en la modernidad no es dada por la secularización sino por el cambio en la naturaleza religiosa, donde el límite de lo sagrado y profano ya no es preciso, es decir: LA POSMODERNIDAD. Pues la religión actualmente sigue ejerciendo la misma función de antaño: produciendo símbolos sagrados y dando un sentido y trascendencia del mundo. En otras palabras, la POSMODERNIDAD se traduce en la desintitucionalización de la creencia, ahora existen otras fuentes de distribución simbólica que al igual que la religión dotan de sentido de identidad y de trascendencia al individuo por ejemplo: la moda, el fútbol, los grupos urbanos, las formas virtuales para relaciones o redes sociales como el facebook, el chat, en este contexto podemos constatar que quien no tiene facebook prácticamente no existe, no está al tanto de lo que sucede, se pierde la oportunidad de relacionarse y acrecentar su red social, entre otros.
De acuerdo
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