domingo, 17 de junio de 2012

El impacto del “ideal de familia” en los hijos e hijas de migrantes salvadoreños a través de la escuela.

Las olas migratorias desde El Salvador hacia diferentes países del mundo, en mayor número hacia Estados Unidos, han repercutido en innumerables fenómenos sociales a escala nacional e internacional. Sociedad y familia han sido testigos de las transformaciones en su seno a causa de la migración, el cual ha sido vinculado en interminables ocasiones a la desintegración familiar y al alto grado de violencia social –lo cual es cuestionable-.

No es el motivo de este ensayo enlistar las problemáticas o reconfiguraciones sociales generadas por la migración, más si pretendo tocar un aspecto que despierta mi interés y es resaltar la forma en la cual el “ideal de familia” afecta a los hijos e hijas de migrantes salvadoreños.

Mi interés en este tema, se debe a la sensibilidad que logró transmitirme el documento del PNUD: “Migraciones y transformación de la familia”, ya que palma elementos que pueden enriquecerse desde la perspectiva antropológica, pues la migración suele relacionarse más a problemas macro sociales y relegar sus consecuencias micro a un análisis que suele ser encasillado en “la desintegración familiar”.

En El Salvador la migración –y otros fenómenos históricos y sociales- ha reconfigurado la estructura de la familia salvadoreña, en el sentido que la convivencia entre madre, padre e hijos ha adquirido una dinámica distinta al orden social establecido. Ese orden establecido responde al ideal de familia en el sentido que le adhieren las sociedades modernas, el cual es transmitido desde las instituciones estatales. Como dice P. Bourdieu:

“El Estado establece el marco mediante el cual regula las prácticas sociales a través de disposiciones previamente constituidas por desde sus instancias {habitus}, las cuales inculcan formas de pensamiento comunes, esquemas sociales de percepción, evaluación y acción, de manera que el orden social nos parezca natural” (P. Bourdieu: meditaciones Pascalianas) 

La escuela es indudablemente una de las instituciones más funcionales para la creación de estas disposiciones (o habitus) al orden social. En esta instancia los niños y niñas pasan casi los primeros dieciséis años de sus vidas (en los mejores de los casos, pues muchos reprueban en más de una ocasión) asimilando formas de ser, pensar y actuar. Aunque no pretendo afirmar con esto, que los niños sean seres pasivos y simples receptores de las prácticas y disciplinas sociales, pero si adquieren el conocimiento de los valores y normas socialmente admitidos.

En este contexto, crecen y se educan los hijos e hijas de padres y madres migrantes: dibujando y coloreando imágenes de la familiar nuclear, de la familia extensa, de cómo mamá cocina y hace su labor doméstica con una reluciente sonrisa y la imagen de papá llegando del trabajo sonriente casi corriendo para abrazar a su esposa y jugar con sus hijos. Esto es sólo una parte de la legitimación del ideal de familia ¿pero cómo afecta a los niños y niñas?

Realicé entrevistas a 4 hijas de migrantes salvadoreños (cuyo rango de edad está entre 23-30 años) y les pedí que me narraran cómo había sido su infancia, particularmente en la escuela con la ausencia física de sus padres. Ellas respondieron:

“Mis padres me dejaron a los 4 años, me quede con mi tía y mis dos hermanos mayores. Particularmente para mi fue difícil porque sentí la ausencia de mi mamá, ella era tan atenta conmigo y cuando se fue, mi tía pasaba más atenta de sus hijos que de nosotros, mis hermanos pasaban jugando con otros niños de su edad, la verdad a mi me costó desenvolverme en la escuela, era muy cohibida. Cuando crecí más, como a los diez años quizás, comencé a preguntarme que si mis papas hubieran estado conmigo quizás no me hubiera costado tanto hacer amistades” (entrevista 1)

 “Yo al principio no sentí el cambio. Mi papá cuando se fue nos dijo que se iba para mandarnos juguetes, ropa más chiva y para que mi mami nos comprara pizza (que tanto nos gustaba pero que solo en ocasiones especiales podía comprarnos). A mi hermano le dijo: “ahora vos sos el hombre de la casa, tenés que cuidar a tu mami y a tus hermanas” mi mami pasaba triste pero cuando mi papi mandaba dinero ella nos llevaba a comprar lo que quisiéramos y siempre nos dijo: “su papi esta cumpliendo con los que les dijo, no los ha dejado, los ama mucho” y pues gracias a dios no sentimos rencor hacia él, aún hablamos por teléfono, tenemos muchos años de no verlo ya. Cuando en el colegio celebraban el día del padre yo no quería hacer nada porque ni se lo iba a poder dar, pero mi mami fue siempre tan linda que siempre nos decía: hagan la manualidad, le vamos a mandar la foto a tu papi.” (Entrevista 2)

 “A mi me daba pena y tristeza que en las reuniones de padres de familia nunca estuvieran presentes. Mi abuela casi no iba porque iba al mercado, entonces yo me quedaba en la reunión y mi maestra siempre me sacaba y me decía que era reunión para padres, no para alumnos y a mi me daba cólera porque nadie podía ir y mis notas siempre me las daban días después para que mi abuela las firmara. Yo cuando hablaba con mi mamá lloraba y le decía: “mami ¿Cuándo vas a ir a mis reuniones?” ella se ponía triste y me explicaba que no podía porque estaba trabajando para que yo pudiera estudiar. Era tan cruel que conocí a la mayoría de las mamás y papás de mis compañeros y nunca nadie conoció a los míos, pero a veces miro a mis ex compañeros de colegio, mis ex compañeras ya se ven gordas y con 2 o 3 hijos ya y madres solteras y mis compañeros ya manteniendo hogar, quizás porque los papas los hostigaban mucho fue que tienen esa vida, a mi como nadie me molestó yo sabia que estaba bien y que estaba mal, aunque mi mami estuviera lejos yo escuchaba sus consejos, si sabia cuanto le costaba mandarme dinero y no solo le costaba a ella sino a mi también, extrañarla: ese precio pague yo” (Entrevista 3)

“Puya, yo siempre tuve la mejor ropa y zapatos de las niñas de la escuela, siempre andaba dinero y mis compañeras me envidiaban, recuerdo una mochila que mi papá había mandado a hacer con mi nombre, era rosadita y con una osita, bien bonita. En ese sentido siempre fui feliz porque me daban todo lo que quería pero mis compañeras nunca supieron que yo las envidiaba aún más por tener a sus papas esperándolas al final de clases. Ahí miraba que ellas les pedían churro, minutas o alguna cosita de las que venden en las escuelas y a veces los papas eran bien pobrecitos y les decían que no tenían pisto, y yo sólo me tocaba la bolsa de mi falda y me tocaba los billetes y monedas y decía puchica, mis papas por darme esto se fueron. Nunca supe qué era pedir dinero o algo a alguien físicamente aunque en ocasiones cuando me portaba mal mi tía le decía a mi mamá que no me mandara dinero y así me castigaban.. Algo más en lo que me fijaba, era que cuando iba a bachillerato: mire cuantas bichas salieron preñadas y ¡viviendo con su mamá y papá! Mi familia siempre felicita a mi mamá porque fui buena hija, estoy en la universidad tengo mi novio pero yo no sali con esas babosadas, no fui tonta”  (Entrevista 4)

Como podemos darnos cuenta, la ausencia de uno o de los dos padres tuvo repercusiones psicológicas en sus hijas durante la escuela. Si bien lo material no les hizo falta, la carga emotiva que esto implicó fue drástica, se sintieron excluidas, afectó el desarrollo personal (primera entrevista), les costó expresar lo que sentían en el momento, se lo guardaban para sí mismas, pasaban más atentas en observar la vida de sus compañeros y compañeras de escuela para comparar sus diferencias de vida antes que ver que había de bueno en sí mismas o aceptar que su familia tenía una dinámica completamente diferentes y en base a eso construir su propia vida, pues como se puede ver, 2 de ellas reconocían que actualmente son estudiantes, "niñas de bien", sin hijos lo que demuestra que no es necesario el cuido y sobreprotección de las mujeres de parte de la madre o del padre para que éstas tengan la capacidad de tomar decisiones provechosas para sus vidas.

Esta temática en general es demasiado basta para abordarla en un trabajo tan breve como éste, a menos que me limite al nivel más elevado de generalidad por lo que me gustaría marcar algunos factores que deben tomarse en cuenta para quien tenga el interes de profundizar en su estudio:

Primero considero que parte de los emociones y acciones reveladas en estas breves entrevista dan cuenta de cómo está funcionando el imaginario de la familia ideal desde las escuelas aunque también creo que se debería subrayar que esta carga emotiva se debe en parte a la indiferencia de las personas alrededor de los niños y niñas que viven en carne propia el fenómeno migratorio ya que no muestran tolerancia (como la maestra) a esta nueva dinámica familiar, la escuela es una de las instancias más crueles para este tipo de situaciones.

Considero que para evitar que las consecuencias dejen de ser tan despiadadas con los hijos de migrantes, la escuela debería hacer énfasis en el dinamismo que puede adquirir la estructura familiar, lo cual se refleja en la multiplicidad de formas que ésta puede adquirir.

La educación en el país debería de ser menos retrógrada y más alternativa al enseñar y recalcar que la “familia ideal” no es un grupo natural sino una construcción social, una construcción ideológica con implicaciones morales y culturales, por ende, capaz de adquirir un dinamismo al interior de nuestra sociedad y en las diferentes sociedades del mundo y debería señalar las posibles causas de tal dinamismo (como la migración, la guerra, etc.). Esto desde luego, no sólo beneficiaría la madurez emocional de los niños y niñas sino también su creatividad y desarrollo mental, que se supone: es la finalidad de la educación.

Otro aspecto intrínseco a esta temática es la reformulación de los roles de género, posiblemente con una educación diferente, la violencia y el destino exclusivo del hogar para las mujeres dejaría de ser tan axiomático en nuestra sociedad, al darnos a las mujeres igualdad de oportunidades de desarrollo que la que reciben los hombres.

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