miércoles, 21 de septiembre de 2011

La rama dorada: Magia y religión

Frazer

La rama dorada es un estudio sobre la religión y la magia, donde el autor expone que los principios del pensamiento de la magia se fundamentan en: La ley de semenjanza y la ley de contacto o contagio.
Este documento esta cargado de una riqueza de ejemplos que clarifican estas leyes, sin embargo me gustaría exponer ejemplos apropiados a nuestro contexto:

Ley de semenjanza: "cuando una mujer embarazada tiene antojos, las personas procuran cumplirselos porque de caso contrario se cree que el niño puede nacer con características de ese antojo no satisfecho"

Ley de contagio: "se dice que cuando un hombre está ciegamente enamorado de una mujer y hace cosas que le hacen perder su virilidad como: humillarse ante la mujer, llorar por ella, permitir que ella lo humille, etc.. se cree que la mujer le ha dado agua de calzón, lo cual explica el comportamiento reprobado del hombre."

En este docuemnto Frazer tienen una visión evolutiva en la cual coloca la magia como una creencia para personas retrasadas, idiotas, sin inteligencia alguna como para creerse las cosas de manera tan ingenua pero a medida que la humanidad y la sociedad evolucionaba, las personas abandonaran la magia por su ineficacia y por ello aparece la religión como parte del proceso evolutivo, donde los seres humanos mostraron "más" inteligencia. ahora que la humanidad se daba cuenta que el mundo caminaba sin su ayuda ni la de sus compañeros, pensaron que se debía a seres más poderosos que los humanos, seres invisibles ante los cuales comenzaron a subordinarse.

Etica protestante y el espíritu del capitalismo,

Max Weber


Para Max Weber hay hechos culturales característicos de Occidente que han marcado un rumbo evolutivo y que han tenido alcance universal, como: la ciencia, el derecho canónico, el arte, las especialidades científicas, los funcionarios especializados, técnicos comerciales y jurídicos como titulares de las acciones más trascendentales de la vida social, el establecimiento de parlamentos con representantes del pueblo, el “estado” como organización política y entre otros: el capitalismo.

En su estudio muestra particular interés por las causas que dieron origen al capitalismo moderno. En este sentido, encuentra una relación entre la ética de la religión protestante y el espíritu del capitalismo pues éste última tiene la particularidad de tener como fundamento las máximas de Benjamín Franklin las cuales vienen de la Reforma Protestante, contexto en el que surge el luteranismo y el calvinismo ascético, doctrina que se caracterizó por la noción de “profesión”, por el énfasis en el cumplimiento de deberes terrenales y por la búsqueda de riqueza como único medio para agradar a dios. Estas ideas constituyen el ethoes burgués que considera las ganancias un fin deseable y acepta las desigualdades, ya que la salvación llega por la práctica de la profesión.

Para el autor, hablar del capitalismo implica dejar a un lado la tendencia a relacionarlo con el desmedido deseo de lucro y la predisposición irracional a enriquecerse, porque estas tendencias no son exclusivas de este tiempo y contexto. El espíritu del capitalismo, al contrario, debe ser considerado como la moderación de ese instinto desmedido de lucro, pues el acto de la economía capitalista es un acto que se apoya en la expectativa de la ganancia y se basa en un cálculo de capital, es decir, el cálculo del valor invertido y la ganancia final, en otras palabras, sigue las reglas del juego económico, donde la estafa, el robo, la violencia, la esclavitud son incompatibles o irracionales ante el espíritu del capital. Visto de esta forma, capitalismo y empresas capitalistas han habido en todas las naciones civilizadas; no dejó de haber en todo el mundo mercaderes, negociones de préstamos de todas categorías, bancos, empréstitos navales, las consignaciones, los negocios y asociaciones comanditarias. De estas haciendas monetarias de las corporaciones públicas surgió “el capitalista aventurero” que éste si intervino de forma irracional y especulativa en aventuras financieras como guerras y piratería basando la adquisición de riqueza por medio de la violencia y del trabajo de quienes explotaban. Sin embargo, el capitalismo de Occidente se caracteriza de este precapitalismo por: la organización racional del trabajo básicamente libre, la cual logró su evolución por: la bifurcación de la economía doméstica e industrial y la contabilidad racional.

El capitalismo moderno recibió el impulso determinante en su evolución por las posibilidades que le brindó la ciencia occidental con fundamento matemático y experimental, por su racionalidad y por los adelantos de las técnicas cuya aplicación hacia objetivos económicos aseguran las ganancias deseables. Es decir, la ciencia no está condicionada con los intereses capitalistas pero la aplicación de la técnica de los conocimientos científicos si; a ello se debe a las peculiaridades del orden social de occidente como: la condición racional del derecho y la administración.

El nexo entre la religión con la estructura social y económica pudo comprobarlo mediante el estudio de las estadísticas de profesionales en países con credos religiosos y encontró que las empresas y propiedades capitalistas, así como los estratos superiores de la clase trabajadora sobre todo el personal con los puestos más altos en las empresas modernas con experiencia técnica y comercial están en manos de los protestantes. ¿Cómo explica se que el capital este en manos de los protestantes? Da dos razones: uno, por razones históricas (forma hereditaria) y dos, los lugares en que se establecieron lso primeros protestantes son favorecidos por la naturaleza y geográficamente.

Lo que relaciona el protestantismo y la cultura capitalista moderna son sus características religiosas; justamente a esto se refiere el autor cuando habla de “espíritu capitalista”, pues ambas racionalizan la conducta humana al definir los fines que deben perseguirse y proporcionar los medios para conseguirlos. La diferencia entre el capitalismo moderno y el precapitalismo no está en el grado evolutivo del “impulso adquisitivo” sino en el tradicionalismo del segundo en cuanto a la mentalidad y conducta del individuo que se conforma obteniendo lo necesario para sus gastos; convirtiéndose esta mentalidad tradicional en un obstáculo para el nuevo “espíritu capitalista”. La Reforma, dice el autor, hizo énfasis en la conducta humana de la vida cotidiana de sus feligreses; su doctrina por ende propicia el trabajo, la honradez, el ahorro y se inclinan hacia una educación mercantil e industrial y sobre sale en los protestantes el racionalismo económico. En cambio los católicos, simpatizan más con estudios humanistas pues sus ideales persiguen un “alejamiento del mundo” mostrando por tanto una indiferencia por los bienes materiales y hacen énfasis en la confesión y reprueban la actitud materialistas de los protestantes. En este sentido, la educación religiosa juega un papel importante en la enseñanza de la economía, pues vislumbra la posibilidad de considerar el trabajo como meta, en sentido “profesional” requerida así por el capitalismo, pues la profesión es la base ética de una nueva conducta, por tanto, la lentitud tradicionalista se acelera mediante la educación religiosa. Al debilitarse los preceptos religiosos, el trabajo pasa de ser un medio para agradar a dios a un estilo de vida que contribuye al orden económico que impone normas de comportamiento.

Max Weber ve en la religión un elemento esencial mediante el cual pueden encaminarse los objetivos de la sociedad